El papá de Rey Pineda no tenía intenciones de dejar su vida en México para mudarse a Estados Unidos. “Él quería continuar en la aldea donde creció en Guerrero”, recuerda Pineda. Pero un accidente automovilístico que tuvo a su progenitora al borde de la muerte obligó a la familia a buscar opciones médicas en el Norte. “Hasta este día a mi madre le falta la mitad del hueso craneal”, asegura el hoy sacerdote católico de 29 años, quien cruzó la frontera con su familia con la ayuda de coyotes cuando tenía 2 años.