Reporte completo del Sínodo

Tabla de contenido

Equipo

Alegrías

Desafíos

Proceso

Escuchando a los marginados

Momentos significativos

Conexión/Desconexión/Deseo de unidad 

Acogida/Hospitalidad

Inclusión/Exclusión/Marginalización

Eucaristía

Liturgia

Catequesis

Renovación de la misión

Nuevos caminos

Avivamiento Eucarístico

Discernir las estructuras sinodales en curso

Servir a muchas culturas

Hacer énfasis en escuchar

Agradecimientos

El Arzobispo Hartmayer y el Equipo Arquidiocesano del Sínodo  están profundamente agradecidos con todos aquellos que participaron en la fase diocesana del Sínodo sobre la Sinodalidad. Nos gustaría reconocer los esfuerzos de los miembros del Equipo Arquidiocesano de Alcance Comunitario del Sínodo; nuestros facilitadores de sesiones regionales de diáconos y laicos; todas las organizaciones y parroquias que organizaron sesiones de escucha y aquellas que sintetizaron comentarios para su informe local. Además, apreciamos a cada persona que nos confió sus esperanzas, sueños, dolores y frustraciones ya sea asistiendo a una sesión de escucha o respondiendo a la encuesta del Sínodo. Hay muchos comentarios importantes y específicos que no se pudieron incluir en este documento de 10 páginas, pero queremos que sepan que hemos leído y valorado cada respuesta. Las citas en este documento están tomadas de las encuestas y de informes de las sesiones locales y regionales. Los nombres no se incluyen para preservar la privacidad.

Introducción y contexto

Equipo

Cuando el Vaticano invitó a las diócesis a participar en el Sínodo sobre la Sinodalidad el otoño pasado, el Arzobispo Gregory J. Hartmayer, OFM Conv., no tardó en formar un equipo y animar a los miembros a ponerse a trabajar rápidamente para aprovechar el poco tiempo asignado para el proceso. Lo que el equipo ha llegado a comprender es que este Sínodo fue solo el comienzo de una oportunidad para replantear la forma en que la Iglesia puede trabajar con el Espíritu Santo para la gloria de Dios. 

El equipo del Sínodo en la Arquidiócesis de Atlanta consistió de dos componentes, un equipo principal de empleados y un equipo de alcance comunitario invitado de las diversas comunidades de la arquidiócesis. Desde el principio, el equipo se esforzó por sumergirse en un modo de proceder guiado por el discernimiento basado en la oración. Además de utilizar la oración Adsumus Sancte Spiritus, el equipo se esforzó por tomar decisiones sin prisa y con el aporte de cada uno de sus miembros.

Alegrías

Es difícil limitar la lista de alegrías durante la fase de consulta diocesana. Lo más significativo fue la constatación de que el Espíritu Santo estaba guiando nuestra consulta. Muchas personas involucradas, desde miembros del equipo principal hasta participantes, hablaron de cómo podían sentir la presencia del Espíritu Santo durante todo el proceso, pero especialmente durante las sesiones de escucha.

Los momentos estructurados de oración en silencio parecieron abrir los corazones de los participantes. Los asistentes compartieron sus dolores, frustraciones, alegrías y esperanzas individuales; y se mostraron dispuestos a compartir lo que estaban sintiendo con respecto a la pregunta fundamental. El proceso ayudó a concentrar la energía de los participantes y contribuyó a que el equipo principal pudiera escuchar con amor y respeto. “Escuchar fue la mejor parte del proceso; compartir sin reservas, miedos o cualquier tipo de (sentimiento) incómodo”.

El escepticismo que muchos participantes expresaron al comienzo de las sesiones pareció transformarse en esperanza al final de estas. El equipo principal notó que muchos asistentes salían de las sesiones de escucha visiblemente animados, con la sensación de que estamos unidos en esto. “La mejor parte de este proceso es cómo todos los asistentes sintieron que somos ‘todos una familia’ y caminamos juntos en nuestra fe”.

Más aún, a medida que se llevaban a cabo más sesiones, el equipo comenzó a notar que surgían temas comunes. Los asistentes se maravillaron de la cantidad de palabras y sentimientos similares que surgieron al compartir en grupos grandes. Los aspectos que aparecieron en las sesiones regionales también se encontraron en las sesiones de escucha locales, con un poco más de atención en las dinámicas entre parroquias o comunidades.

El momento del Sínodo fue perfecto para muchos que se sentían aislados y preocupados por miembros de su comunidad. Los asistentes expresaron su gratitud y alegría por la posibilidad de reunirse después de tanto tiempo de haber estado separados por la pandemia. “COVID separó a la familia de la Iglesia, pero estamos aprendiendo que los miembros quieren estar unidos”. 

Las sesiones ofrecieron a los miembros de las mismas parroquias que provenían de diferentes orígenes culturales, la oportunidad de compartir sus esperanzas y sueños juntos. Más de dos tercios de las sesiones regionales contaron con personas que hablaban otro idioma. Un asistente notó que, aunque las personas en su sesión asistían a la misma parroquia, la barrera del idioma provocaba una falta de interacción. “De alguna manera estamos fracturados. Tenemos diferentes grupos dependiendo de los horarios de la misa (sic) + una misa hispana. Necesitamos más oportunidades para interactuar juntos (además del festival parroquial). Quizás eventos sociales solo para conocerse y compartir unos con otros (anglos e hispanos)”. Otros expresaron el deseo de tener más reuniones interculturales en el futuro.

Un tema común que cruzó todas las fronteras culturales fue la alegría que rodeó el regreso del Congreso Eucarístico de Atlanta después de una pausa de dos años por el COVID. Esta alegría afirmó la decisión del Arzobispo Hartmayer de reinaugurar el evento y demostró un gran amor por la Eucaristía en la arquidiócesis.

El ferviente apoyo del arzobispo al Sínodo fue otro punto culminante en este proceso. El arzobispo asistió a 12 de las 15 sesiones regionales y escuchó atentamente a quienes hablaron. Él empoderó al equipo del Sínodo para que buscara todas las vías posibles para que el Sínodo fuera exitoso. Durante una sesión, escribió a mano una oración que ofreció en todas las demás sesiones (vea el enlace del video en el apéndice IV). El equipo del Sínodo habló repetidamente sobre cuánto aprendió cada miembro y cuánto amó el proceso. El proceso ayudó a construir relaciones entre los miembros del equipo, y entre el equipo y los representantes parroquiales. El enfoque de escuchar expuso algunas lagunas en los servicios de la cancillería y las expectativas parroquiales. Las discusiones abiertas ayudaron a los miembros de la cancillería del equipo del Sínodo a tomar medidas inmediatas para apoyar a las parroquias.

Mientras más sesiones realizaba el equipo del Sínodo, más parroquias estaban dispuestas a llevar a cabo sesiones locales. Al principio, el equipo del Sínodo pensó que las parroquias harían sesiones locales y que estas se canalizarían en sesiones regionales más grandes. En algunos casos, los representantes parroquiales que no estaban seguros de cómo organizar una sesión de escucha se sintieron cómodos con la idea después de asistir a una sesión regional. La noticia sobre las sesiones motivó a las personas a comunicarse por teléfono y correo electrónico con el equipo del Sínodo para hacer preguntas sobre el proceso en sí o averiguar cómo encontrar una sesión.

Desafíos

El tiempo limitado asignado para este proceso presentó un verdadero desafío para ser sinodal, lo cual implica tiempo, y para hacer una invitación directa a quienes necesitaban ser invitados a participar. A eso se sumó el lanzamiento de iniciativas simultáneas como el Avivamiento Eucarístico y la planificación del 25º Congreso Eucarístico de la Arquidiócesis de Atlanta. Algunos sacerdotes lucharon con las demandas de lo que varios llamaron “otra iniciativa más” del Vaticano y la USCCB.

Otro obstáculo en el proceso fue cómo ayudar a las personas a comprender el concepto mismo de sinodalidad. No mucha gente había oído hablar de un sínodo y muchos, incluyendo algunos invitados a dirigir el proceso sinodal, se mostraron escépticos de que este proceso tuviera algún impacto en el funcionamiento de la Iglesia. “Para mí, viajar juntos es una hipérbole”. Varios participantes desconfiaron de que produjera algún resultado. Hubo cierta tensión sobre dónde debería originarse el cambio. Algunos laicos sintieron que la jerarquía de la Iglesia debería iniciar cambios, mientras que otros se enfocaron en su párroco y otros sintieron que los laicos deberían tener más participación en el manejo y la doctrina de la Iglesia. Desde lados opuestos del espectro, la gente expresó su preocupación de que el objetivo del Sínodo fuera cambiar incorrectamente la doctrina de la Iglesia por petición común.

La asistencia se convirtió en una dificultad regular. A medida que las sesiones locales y regionales continuaban, las parroquias informaron que los pocos que participaron fueron los feligreses más activos. Los esfuerzos para llegar a los marginados, especialmente a quienes abandonaron la Iglesia, no tuvieron el éxito esperado. Algunas personas expresaron que se sentían inseguras acerca de cómo invitar a participar a algunos grupos marginados, especialmente a aquellos que han dejado la Iglesia. “El aspecto más desafiante del proceso de consulta fue involucrar a grupos marginados, jóvenes y grupos de católicos que se han ido o están a punto de irse. Descubrimos que pedir más de 2 horas de tiempo y confianza de personas que cuestionan profundamente a la Iglesia o desconfían de esta es una barrera para asegurar su participación”. Adaptar los horarios, así como el nivel de comodidad de las personas que aún se sentían vulnerables a la pandemia, presentó obstáculos. El equipo continuó llegando a las comunidades ecuménicas y de servicio para escuchar de estas comunidades.

Una preocupación local específica provino de quienes estaban familiarizados con un plan pastoral publicado por la Arquidiócesis de Atlanta en 2015. Una gran parte de las personas sienten que el plan no tuvo éxito debido a la falta de implementación. Muchas de estas personas vieron el Sínodo como otra iniciativa sin poder ni impulso tras ella.

Proceso

La fase de consulta consistió en invitar y motivar a las parroquias, escuelas, ministerios y grupos a organizar sesiones de escucha locales y regionales, una encuesta y una reunión pre-sinodal. El equipo principal creó recursos que incluyeron una guía parroquial con dos opciones para una sesión de escucha centrada en la oración, una guía para facilitadores, capacitación virtual para posibles facilitadores, carteles y gráficos descargables para uso local de las parroquias y una encuesta en línea. Una parroquia solicitó una encuesta para poder imprimir mientras que otra pidió que la encuesta se incluyera en The Georgia Bulletin, el periódico de la arquidiócesis. Estas adiciones permitieron participar a personas que no tenían acceso al Internet o que no tenían conocimientos de informática. Ambas opciones llevaron a una participación adicional, incluyendo a algunos reclusos.

La Oficina de Evangelización y Discipulado ayudó al equipo principal a crear enfoques de escucha centrados en la oración. Durante las sesiones de escucha, los facilitadores pidieron a las personas que oraran en silencio, un aspecto que muchos no esperaban de una llamada “sesión de escucha”, pero un paso necesario para invitar al Espíritu Santo. La gente tomó en serio estos pocos minutos de oración. Un facilitador comentó: “se podía oír caer un alfiler“.

Las sesiones de escucha sugeridas utilizaron la pregunta fundamental, así como algunas de las preguntas de apoyo del Vademécum para enfocar la conversación y las contribuciones. Las guías incluyeron sugerencias para tomar notas y para enviarlas a la arquidiócesis.

La fase local finalizó con una reunión pre-sinodal el 9 de mayo en la Catedral de Cristo Rey. Treinta y siete personas se unieron al arzobispo para asistir a la misa, participar en una discusión final de los temas principales del proceso y compartir una cena. Las recomendaciones resultantes de los próximos pasos se enmarcan en Renovación de la misión y Nuevos caminos.

Escuchando a los marginados

El equipo de alcance comunitario de 35 miembros estaba destinado a ser un medio principal para solicitar la opinión de las personas en los márgenes. Sus miembros representaron a grupos como Caridades Católicas; líderes de comunidades vietnamitas, hispanas y negras; ministros de centros universitarios; una organización de apoyo para quienes se identifican como LGBTQ+ y sus familias y el coordinador de asistencia a víctimas de la arquidiócesis. Estos miembros actuaron como embajadores del Sínodo en sus comunidades, invitando a la gente a participar. Los miembros del equipo principal fueron cuidadosos y deliberados al invitar a tantos grupos como fuera posible. El equipo de alcance comunitario se reunió tres veces, pero cada miembro tenía un miembro del equipo principal al que podía acudir en busca de apoyo.

La arquidiócesis creó un sitio web donde los líderes parroquiales y de grupo, así como los individuos, podían descargar una variedad de recursos, desde guías minuto a minuto para sugerencias de sesiones de escucha centradas en la oración, hasta videos sobre la sinodalidad misma. Los recursos se publicaron en birmano, chino, inglés, criollo haitiano, coreano, portugués, español y vietnamita. El sitio web incluyó una invitación para que cualquier comunidad no representada se pusiera en contacto con el equipo del Sínodo para obtener apoyo. Poco después, el líder del ministerio de discapacidades en la arquidiócesis vio la necesidad de una sesión adaptada para personas con discapacidad o retraso mental o físico y creó la sesión, y una segunda opción para aquellos con problemas de memoria. El equipo principal continuó discutiendo cómo estar abierto a diferentes tipos de escucha. Como resultado, la fase de consulta evolucionó a medida que el equipo recibía aportes de toda la arquidiócesis.

Las sesiones regionales estuvieron abiertas al público. El equipo pidió a las parroquias, escuelas, ministerios universitarios y grupos que enviaran dos representantes cada uno, dejando entre 60 y 100 espacios disponibles para la comunidad en general. Lamentablemente, estos espacios adicionales no se usaron con frecuencia. El equipo intentó en vano varias tácticas para aumentar la asistencia. A pesar de estos desafíos, el Espíritu Santo brindó voces diversas, necesarias y sorprendentes en estas sesiones regionales.

Algunas personas que se sienten heridas por la Iglesia, por ejemplo, los divorciados, los sobrevivientes de abusos y los miembros de comunidades minoritarias, no quisieron asistir a las sesiones locales o regionales. Algunos de ellos respondieron la encuesta. Otros siguen sin involucrase en el proceso. Un método exitoso fue estructurar pequeñas sesiones de escucha para esos grupos específicos con alguien de confianza. El Coordinador de Asistencia a las Víctimas invitó personalmente a los sobrevivientes de abuso a una sesión; el jefe de la Oficina del Ministerio Católico Negro organizó una sesión para adultos jóvenes católicos negros; el director del ministerio de discapacidades organizó sesiones para personas con discapacidades y sus familias. Estas sesiones tuvieron pocos asistentes, pero su aporte fue fundamental para sentar las bases para escuchar en el futuro. El equipo quisiera continuar buscando oportunidades para escuchar a estas comunidades después de que se haya completado el proceso sinodal formal.

Momentos significativos

Un ejemplo del impacto de la sinodalidad y la escucha para llegar a los márgenes se produjo cuando el equipo principal presentó las guías propuestas al equipo de alcance comunitario. La Arquidiócesis de Atlanta normalmente publica su material en inglés y español. Para el Sínodo, el equipo decidió agregar vietnamita para representar el tercer idioma más común. El plan original era publicar los documentos en inglés y agregar los otros idiomas cuando se completarán las traducciones. Un miembro del equipo de alcance comunitario cuestionó esta idea. Dijo que las comunidades marginadas a menudo se sentían “de segunda clase” o “como una ocurrencia tardía” cuando se les ofrecían recursos más tarde. También señaló que había otras comunidades culturales que, aunque no eran tan numerosas, merecían una voz en este proceso. Estos comentarios reveladores cambiaron el lanzamiento. El equipo decidió por unanimidad traducir todos los documentos a siete idiomas y celebrar el lanzamiento cuando todo pudiera publicarse.

El equipo arquidiocesano principal fue testigo de varios momentos de encuentro valiosos en las sesiones regionales. En una sesión, un miembro del equipo principal notó que una mujer estaba sentada sola en la parte de atrás. Cuando se acercó a la mujer para invitarla a una mesa, descubrió que ella solo hablaba español. El equipo estaba tratando de averiguar cómo incluirla cuando un voluntario bilingüe de la parroquia dio un paso al frente y se ofreció a actuar como intérprete. Después de que comenzó la sesión, llegó un grupo de jóvenes de una parroquia vietnamita. Uno de los jóvenes se sentó en la misma mesa, agregando otro idioma y perspectiva cultural. Al final de esa reunión, una mujer en la mesa expresó que lo que apareció como un obstáculo al inicio de la reunión se convirtió en una maravillosa oportunidad de encuentro para todos los reunidos. Ella le dio crédito al Espíritu Santo por reunir a esos participantes en particular.

En otra sesión, un asistente expresó abiertamente su frustración por las restricciones que surgieron por el COVID cuando el arzobispo hizo un comentario informal. Para el equipo, indicó la necesidad de abordar el dolor y la pérdida que muchos sintieron debido a los cierres causados por la pandemia. Parece que las restricciones a congregarse afectaron fuertemente a las comunidades rurales de la arquidiócesis que representan el 71 por ciento de la geografía arquidiocesana y solo el 21 por ciento de la población total. Lo que podría haber sido descartado como un comentario de enojo se convirtió en una discusión más profunda entre el equipo. “COVID ha sido un punto bajo reciente para la comunidad, ya que nos mantuvo alejados de otros feligreses y de recibir la Eucaristía”. La encuesta también confirmó este tema. “La pandemia ha hastiado a los feligreses. La Iglesia no solo les cerró las puertas, sino que perdieron el contacto entre unos y otros. Solo los líderes voluntarios mantuvieron la labor del ministerio y la conexión en línea. Se sienten abandonados”.

Un ejemplo adicional de escuchar que creó más oportunidades de diálogo entre el equipo principal, y más allá de este, involucró las preferencias litúrgicas. Dados los cambios recientes relacionados con las liturgias anteriores al Vaticano II, el equipo principal esperaba algunos comentarios contundentes. Si bien estos estuvieron presentes en ocasiones, aquellos que amaban la antigua liturgia latina también ofrecieron su sincera participación en todo el proceso, reflexionando cuidadosamente sobre todas las preguntas. Expresaron su amor por la liturgia y su Iglesia de una manera que abrió una oportunidad para el diálogo.

March 16 - St. Philip Benizi Session

Temas de discernimiento

Las personas que asistieron a las sesiones de escucha locales reportaron gran alegría y valor en las reuniones. Una alegría de este proceso fue el fruto de las reuniones de grupos pequeños. Casi 100 personas comentaron específicamente sobre esto. La mitad citó la escucha como un punto culminante del Sínodo, mientras que la otra mitad expresó su gozo por la oportunidad de estar físicamente presentes como grupo. Como reflexionó la líder del equipo del Sínodo Jennifer Miles, “el Espíritu Santo envió a quienes necesitábamos”. A medida que avanzaban las sesiones, surgieron una serie de temas comunes. Todos fueron mencionados con connotaciones tanto positivas como negativas, y fueron respaldados por los informes de escucha locales y las respuestas de la encuesta. Con base en la reunión pre-sinodal, y después de la consulta, el equipo destacó dos temas adicionales.

Conexión/Desconexión/Deseo de unidad 

La preocupación más común que se mencionó fue un sentido de conexión o desconexión con la Iglesia, parroquia o arquidiócesis. La gente quiere sentirse conectada personalmente. Están preocupados e incluso devastados si se sienten desconectados y se preocupan por sus hermanos que se han apartado de la Iglesia. Dos encuestados hablaron sobre esto en respuesta a la pregunta de su esperanza para la Iglesia. “Que, como Iglesia, seamos capaces de brindar sanación a aquellos a quienes hemos lastimado, ofendido y alejado, y que podamos romper las barreras (étnicas/culturales, idiomáticas, raciales) que nos separan y formar lazos de amor como hermanos (no solo con los que están dentro de la Iglesia, sino especialmente con los que viven fuera ella)”. “Mi esperanza es que seamos una comunidad acogedora para aquellos que han dejado la Iglesia durante la pandemia, así como para aquellos que luchan por creer en la Eucaristía y el valor de una comunidad de fe. Oro para que el Magisterio brinde dirección y enseñanza a aquellos de nosotros que estamos luchando con la forma de aconsejar y apoyar a las personas transexuales, homosexuales y mal informadas que están a favor del aborto, sin diluir o debilitar los principios de nuestra fe”.

Una señal de esperanza es que la gente reconozca que “Jesús es la fuente de nuestra unidad”.

En referencia tanto a la vida parroquial como a las sesiones de escucha, las personas mencionaron lo bien que funciona una dinámica de grupo pequeño para construir relaciones y fortalecer la vida parroquial.

Podría parecer que la desconexión es simplemente lo opuesto a la necesidad de conexión, pero las discusiones sobre la causa de sentirse desconectado revelaron problemas adicionales de preocupación.

La incapacidad de apreciar las diferencias culturales, la diferencia de idiomas y la falta de competencia intercultural están causando división en muchas parroquias en la actualidad. La gente quiere estar unida como Iglesia, pero no está segura de cómo lograrlo cuando sus compañeros feligreses quieren asistir a una misa que refleje su herencia cultural.

La Arquidiócesis de Atlanta es increíblemente diversa. Según los datos de 2020, nuestra población católica estimada es mayoritariamente no blanca. La población hispana y la población blanca no hispana se estiman en un 43 por ciento cada una. Además, las misas se celebran en al menos 12 idiomas diferentes. Las sesiones de escucha locales más grandes se llevaron a cabo en San Felipe de Jesús, una parroquia con una mezcla de miembros haitianos e hispanos. Tres mil personas participaron en el transcurso de dos días.

Es significativo notar que una abrumadora mayoría de las respuestas de la encuesta de personas nacidas a partir de 2000 provinieron de personas hispanas, especialmente de Nuestra Señora de las Américas.

Otro subtema de desconexión provino de personas que experimentaron conflictos con su párroco o el personal de la parroquia. Se sienten ofendidas por lo que interpretan como una falta de respeto o agrado del párroco hacia ellos. “Sacerdotes autoritarios que se sienten más especiales de lo que son. Después de 30 años de ser un católico muy activo, me fui recientemente. La estructura de la Iglesia con los sacerdotes en control total ha sido una gran parte de mi partida”. “El nuevo personal no tiene conexión con aquellos de nosotros que somos feligreses desde hace mucho tiempo”.

El conflicto dentro de una parroquia puede ser tan molesto que las personas se sientan alejadas de su Iglesia. “El deseo de unidad parece estar correlacionado con el deseo de ejercer tradicionalmente la fe. La unidad a menudo parece estar dirigida a la unidad de pensamiento y enseñanza”. 

El equipo del sínodo descubrió que muchas personas tienen la sensación de no estar conectadas con su arquidiócesis o cualquier otra parroquia que no sea la suya. Esto fue especialmente cierto en las parroquias rurales. Algunos comentarios reflejaron que los cierres debido a la pandemia aumentaron su sentimiento de abandono por parte de la Iglesia arquidiocesana. “Internamente, hay una falta de confianza en el liderazgo de la Iglesia por encima del nivel del párroco. Algunos feligreses creen que los programas de la arquidiócesis y de otras organizaciones superiores a ella son “sordos” y no se relacionan con las necesidades de la mayoría de los feligreses”. “Debe haber un mejor esfuerzo para incluir a las parroquias rurales en los eventos y proporcionar actividades arquidiocesanas que estén más cerca de su ubicación”. “Como tenemos un nuevo arzobispo, tenemos una oportunidad única de tener nuevos ojos en nuestra arquidiócesis y hacer algunos cambios necesarios… y permitir que se preste más atención a las parroquias que pueden estar sufriendo o que necesitan más amor y crecimiento en este momento. Como una parroquia que está compuesta de minorías, queremos que nuestros esfuerzos también sean destacados junto a los de otras parroquias y tener las mismas oportunidades que las parroquias más grandes”. “No existe una conexión con la arquidiócesis, excepto por el discurso grabado de ‘pedir dinero’. Me gustaría tener más interacción con la arquidiócesis (catequesis, eventos, visibilidad sobre el uso de los fondos durante todo el año).”

La Iglesia Universal, como un hogar para todos, debe ser un lugar al que la gente quiera regresar”.

Acogida/Hospitalidad

Casi como si fuera un contrapunto al debate de conexión/desconexión, muchos informes hicieron referencia a los pensamientos de las personas sobre la necesidad de que la Iglesia, especialmente la parroquia, sea acogedora.

Los sentimientos incluyeron el deseo de que esta acogida fuera genuina y continua, y de que estuviera relacionada con la celebración de los sacramentos. “Espero que más personas se sientan acogidas. Espero que más personas experimenten la intimidad de Cristo en la Eucaristía. También espero que aquellos que no son católicos se sientan bienvenidos y respetados”.

“Muchos corazones han sido quebrantados por acciones pasadas de la Iglesia. Puede ser difícil caminar con otros que no se sienten bienvenidos”.

Nuestras iglesias deben ser lugares donde las personas se sientan parte de una familia conectada”.

La Iglesia Universal, como un hogar para todos, debe ser un lugar al que la gente quiera regresar”.

Encuestados por década de nacimiento

Inclusión/Exclusión/Marginalización

Muchas de las personas que no se sienten bienvenidas provienen de comunidades marginadas. Estos incluyen católicos negros e hispanos; gente con discapacidades; personas que se identifican como LGBTQ+ y/o sus familias y amigos, y personas que preferirían una liturgia, una vida devocional y una comunidad más tradicionales. Algunos sentimientos incluyeron la percepción de que la Iglesia no ha tenido un buen viaje con personas que se identifican como LGBTQ+, mujeres y personas con discapacidades.

“La arquidiócesis no necesita mirar fuera de sí misma para escuchar el llamado del Espíritu Santo desde las márgenes; la arquidiócesis debe mirar atentamente la forma en que ha marginado a sus propias comunidades, ya sea a través de la discriminación activa o la inacción pasiva”.

“Ya sea en la forma de personal/ministros poco hospitalario(s) o en la falta de reconocimiento por parte del clero del flagelo de los patrones contemporáneos e históricos de racismo en la Iglesia y la sociedad, existe una experiencia común de aislamiento cuando uno no se encuentra en un entorno predominantemente negro. Esta experiencia también la comparten los miembros de la familia, incluyendo algunos que ya no están afiliados a la Iglesia Católica pero que continúan monitoreando los desarrollos en la Iglesia”.

“Necesitamos más espacio en la parroquia para adultos hispanos. Tenemos ganas de involucrarnos, pero no recursos”.

“Hay una tremenda necesidad de apoyo para aquellos que viven con discapacidades. Necesitamos encontrar formas más creativas de inclusión para que las personas puedan conocerse y no aislarse. El aislamiento es doloroso. Todos los asistentes a la sesión anhelan las relaciones, no solo personas que las toleran. La música es un idioma internacional y la mayoría puede sentirla. Deberíamos encontrar formas de incluir a las personas con discapacidad en las oportunidades musicales de la parroquia”.

La pregunta de quién está marginado genera división. Los pobres, quienes no tienen una vivienda, los enfermos, son ampliamente aceptados. Cuando la definición se extiende a la comunidad LGBTQ, hay desacuerdo”. “Varios comentaristas buscaron llegar a los jóvenes y aquellos que abandonaron la Iglesia. Hubo comentarios que buscaban un mayor alcance a quienes han sido privados de sus derechos, como la comunidad LBGTQ, las mujeres o las minorías raciales. Fueron pocos los que buscaron llegar a la sociedad en general”. “Los participantes parecieron tener dificultades para identificar quiénes son marginados, incluso antes de considerar cómo darles la mejor bienvenida”.

Eucaristía

La Eucaristía jugó un papel destacado en muchas discusiones durante el proceso sinodal. Varios asistentes a la sesión de escucha hicieron referencia a la historia de Jesús revelándose a sus discípulos en Emaús como una buena alegoría para el camino sinodal, señalando que Cristo vino a encontrarse con los discípulos en el camino. Un comentarista observó que debemos adaptarnos en nuestro viaje para dar cabida a nuestros compañeros de viaje más lentos como Jesús adaptó su mensaje para ayudar a los discípulos a entender su salvación. Otros comentaristas agregaron que “debemos desarrollar algún tipo de amistad con aquellos que viajan juntos. Cristo les revela la Palabra, los alimenta él mismo (Eucaristía), y nos da fuerza para cumplir la misión siempre juntos en colaboración”.

Otras referencias a la Eucaristía revelaron un temor común de que las personas no volverán a la Eucaristía después del COVID.

Un punto final que necesita más discernimiento y discusión fue los múltiples comentarios de personas que dicen que la Eucaristía es la única razón por la que siguen asistiendo a la Iglesia. Comentarios como estos merecen una investigación sobre por qué estas personas son infelices y cómo la Iglesia puede involucrarlos mejor para que puedan disfrutar todos los beneficios de la vida católica. “Si no fuera por mi firme y fiel creencia en la Presencia Real, ya habría dejado la Iglesia Católica. Pero eso nunca pasará”. “No me he ido, pero estoy decepcionado.” “Nunca dejaré la Iglesia Católica. La gente en la Iglesia puede lastimar a la gente, pero mi fe está en Cristo. Él lo ve todo y nunca dejará a su novia, la Iglesia, ni yo tampoco”.Mi fe se está desvaneciendo en estos días porque los tiempos son muy deprimentes y me hacen sentir muy aislado”. “No he dejado la Iglesia, por así decirlo, simplemente no voy a misa porque no puedo recibir la Eucaristía porque soy un católico divorciado y vuelto a casar”. “Yo no dejé la Iglesia, la Iglesia me dejó a mí”. (… cuando me divorcié me volví a casar, con una católica divorciada)”. Esta respuesta se repitió. “No puedo dejar la Iglesia Católica por la Eucaristía, pero a veces tengo muchas ganas”. “En algún momento quise irme por el escándalo de la Iglesia con los menores, pero los sacramentos me hicieron volver. Me di cuenta de que los sacerdotes son como yo y necesitan mucha oración”.

Liturgia

De manera similar, la percepción de la calidad de la liturgia en una parroquia impactó la manera en la que se sintieron los comentaristas sobre el futuro de la Iglesia. Algunas personas hicieron comentarios positivos, diciendo que veían la liturgia como una forma de encontrar a Jesús. Otros citaron homilías “aburridas” como una razón por la cual los jóvenes podrían no asistir.

Como se señaló anteriormente, el equipo principal recibió algunos comentarios de personas que desean una liturgia más tradicional. Algunos quieren más latín, mientras que otros quieren que la misa anterior al Vaticano II sea una opción regular o al menos un punto de discusión. Alguien que reviso las respuestas del informe señaló: “Si bien una serie de comentarios se relacionaron con la misa en latín tradicional (TLM por sus siglas en inglés), hubo poca preocupación sobre la disponibilidad de TLM. Más bien, existe la preocupación de que aquellos que desean asistir a TLM no sean respetados”.

Incluso entre quienes apoyan la Forma Ordinaria de la misa, hubo comentarios como “Ha habido una pérdida del sentido de lo sagrado en la misa. La pandemia tiene a la gente alejada y viendo por televisión. (sic) Se necesita volver a la asistencia en persona”.

Catequesis

La gente en la arquidiócesis expresó su preocupación por la catequesis. La mayoría siente que faltan opciones actualmente, particularmente en lo que respecta a los adultos jóvenes. Algunos desean volver al modelo del Catecismo de Baltimore y otros ven la formación familiar en la fe como la solución más efectiva. Otros mencionaron la importancia de incluir la Enseñanza Social Católica. Las comunidades culturales también se preocupan de que la catequesis no sea sólida para aquellos para quienes el inglés es un segundo idioma. Una pregunta más profunda que no siempre está clara en los comentarios es el significado de la catequesis y cómo los católicos entienden la catequesis en general (por ejemplo, transmitir contenido e instrucción precisos frente a una comprensión más amplia de la catequesis como formación de discipulado con un impulso evangelizador constante). “No hay recursos ni capacitación para compartir el Evangelio. No sabemos cómo ‘predicar en las calles’ o ser misioneros en nuestra comunidad”.

El debate sobre la buena catequesis llevó a alguien que revisaba las respuestas a reflexionar sobre lo que él vio como el objetivo final de la buena catequesis. “Intelectualmente, estos comentarios apuntan a la necesidad de una mayor formación de adultos en la fe que capacite a los católicos para hacer distinciones entre asuntos esenciales de fe que requieren unidad y asuntos de práctica donde la cultura, la conciencia y el temperamento pueden conducir a diferencias que deben ser valoradas en lugar de ser limitadas a través de la imposición de ‘reglas’. Espiritualmente, estos comentarios piden más oportunidades en la Iglesia para que los adultos católicos maduren su fe de estar arraigada en el legalismo a estar arraigada en la misericordia y la caridad. No se trata únicamente de una catequesis como instrucción religiosa básica, sino de una formación teológica y espiritual que invite a los católicos adultos a una comprensión más madura de la fe”. 

“Como católico con una fuerte creencia en la Eucaristía, nada, (sic) nada más puede ofrecer lo que la Iglesia Católica hace en la intimidad con Dios. Sin embargo, muchos que no tienen la misma creencia pueden dejarse influenciar, ya que su base no es sólida. No hacemos un gran trabajo enseñando el conocimiento del corazón, sino que nos ponemos del lado del conocimiento de los libros (especialmente y con frecuencia en los programas del RIC para niños). La gente saldrá a buscar más si no se da cuenta de que lo tienen todo, y la labor de fomentar experiencias con la Eucaristía para formar el conocimiento del corazón recae en nosotros como Iglesia”.

Renovación de la misión 

Una preocupación común para muchos fue cómo hacer que la gente regresara a la Iglesia. “Hay una necesidad por parte de toda la Iglesia de llegar a aquellos en la comunidad que ya no participan o lo hacen poco”. Las razones para irse incluyeron personas divorciadas, personas que nunca regresaron cuando las Iglesias reabrieron después de las restricciones del COVID, sobrevivientes de abuso y personas que no están de acuerdo con las enseñanzas y doctrinas de la Iglesia sobre temas sociales como inmigración, identidad sexual, aborto y más. La gente citó demasiada y muy poca participación en la política como otra razón para haberse alejado. 

En muchos casos, el informe mencionó que los feligreses no estaban seguros de cómo conectarse con los marginados, y mucho menos lograr que participaran. “Las personas no se sienten bien consigo mismas y necesitamos encontrar una manera de acercarnos y amar a quienes nos rodean”. Esto se hizo evidente cuando la gente reflexionó sobre quién asistía a las sesiones de escucha locales. “Fue difícil encontrar participantes que no estuvieran entre nuestros miembros más activos, para escuchar las voces de los marginados afiliados”.

Un miembro del equipo principal ofreció ideas sobre cómo abordar estas preocupaciones. “Todos anhelan ser amados y aceptados, ser parte de una familia. Ese deseo está presente en todas las respuestas del Sínodo, aunque no siempre está claro que los católicos están completamente conscientes de cuánto los ama Dios Padre en Jesucristo, y a través del Espíritu Santo. Todo el mundo tiene diferentes heridas y aspectos que necesita sanar. El Kerygma es la historia más importante que da sentido a nuestras historias individuales y comunes. Este revela cuánto somos amados por Dios, y es inseparable de la Eucaristía: los dos van de la mano”.

Hubo mucho acuerdo sobre la necesidad de proclamar el Evangelio con valentía. Hubo cierto desacuerdo sobre quién es el responsable de esta labor. Los encuestados sintieron que es responsabilidad del clero o la jerarquía solucionar los problemas. En la encuesta, algunos encuestados sugirieron cambios que les gustaría ver en su iglesia. Las sugerencias se centraron principalmente en los cambios realizados a nivel parroquial (50 por ciento). Treinta y tres por ciento en la arquidiócesis o Iglesia Universal. Solo el siete por ciento se centró en acciones de católicos individuales.

Esto contrastó con los resultados de las sesiones de escucha que fomentan el papel de los laicos: “Ayudar a los feligreses a darse cuenta de que ellos también son corresponsables de compartir el Evangelio será clave para los próximos años a medida que nuestra parroquia intenta operar después del COVID”.

Una recomendación importante del pre-sínodo incluyó otorgar a los sacerdotes más tiempo para abordar los asuntos pastorales.

Nuevos caminos

Parecería que la sinodalidad es tan atractiva que muchos participantes quisieran más. Más de un tercio de las comunidades participantes tienen planes concretos para continuar el diálogo sinodal dentro de su parroquia o ministerio. Dos docenas todavía están considerando los próximos pasos, que van desde “no sabemos” hasta planes para revisar los comentarios con el liderazgo y compartir los resultados con la comunidad.

Un miembro del equipo de alcance comunitario reflexionó sobre posibles pasos a seguir. “Mientras que algunas parroquias tienen formas más estables de abordar las preguntas del RICA, utilizar los consejos parroquiales con regularidad y quizás usar varios(as) programas/iniciativas para fomentar un espacio de evangelización en la parroquia, un enfoque más intencional y a largo plazo para invitar a escuchar y compartir como un componente clave de la misión de cada parroquia podría ser fructífero. Muchas de las divergencias compartidas en las respuestas de la encuesta no desaparecerán pronto, y el arte del acompañamiento requiere tiempo y espacio intencionales para escuchar a los demás. Tal escucha también es crucial para encontrarse con otros, construir relaciones y abordar áreas que necesitan sanación, todo esto fundamental para la misión y el ministerio de evangelización… una posibilidad para explorar: Carisma/Ministerio de Escuchar: Explorar la posibilidad de dar los siguientes pasos para instituir La visión de Christus Vivit sobre el acompañamiento y la escucha en las parroquias y en otros lugares: ‘ El carisma de la escucha que el Espíritu Santo suscita en las comunidades también podría recibir una forma de reconocimiento institucional para el servicio eclesial (CV, no. 244)”.

Estos informes demostraron una comprensión importante por parte de los participantes: no buscan resultados concretos o cambios de la arquidiócesis, sino un ministerio de presencia que afirme su deseo de participar.

Otra sugerencia para promover la unidad fue una mejor comunicación entre las comunidades dentro de las parroquias, que a menudo operan en paralelo entre sí en lugar de juntas, así como una mejor comunicación entre parroquias separadas dentro de la arquidiócesis.

St. John Newman Session on March 9th

Conclusión y próximos pasos

El equipo del Sínodo en la Arquidiócesis de Atlanta continúa discerniendo la forma que deberían tener los próximos pasos, pero varios aspectos parecen ser llamadas del Espíritu Santo para actuar de inmediato.

Avivamiento Eucarístico

El Avivamiento Eucarístico ha llegado en un momento de gracia. Muchos miembros del equipo principal del Sínodo pertenecen al equipo encargado de guiar el avivamiento en la arquidiócesis. Estos miembros del equipo sienten firmemente que este esfuerzo puede y debe ser sinodal. Este equipo escuchó el gran deseo que tiene la gente de recibir y comprender mejor la Eucaristía. Existen oportunidades continuas para invitar a las personas a hablar más específicamente sobre sus sueños y deseos para este avivamiento y para su Iglesia. Atlanta tiene la bendición de tener una tradición de 25 años de un Congreso Eucarístico. El reavivamiento se lanzó en el evento de este año. El Arzobispo Hartmayer comisionó misioneros de avivamiento eucarístico basados en parroquias en la misa de clausura. Estos misioneros serán clave para el aspecto sinodal del proceso.

Discernir las estructuras sinodales en curso

Además del avivamiento, el equipo espera continuar el discernimiento sobre cómo ayudar a establecer y apoyar estructuras sinodales en toda la arquidiócesis. Algunas sugerencias incluyen ayudar a conectar a los miembros laicos del personal parroquial con la estructura del decanato; ofrecer sugerencias y mejores prácticas para los órganos sinodales, como los consejos pastorales, y continuar algún tipo de sesiones de escucha como práctica continua. El Arzobispo Hartmayer expresó su deseo de escuchar a las parroquias decir cómo creen que pueden continuar apoyando mejor la sinodalidad. A nivel arquidiocesano, el equipo del Sínodo continuará reuniéndose y discerniendo qué pasos son apropiados además de los esfuerzos del Avivamiento Eucarístico o como complemento de la misma.

El equipo podría incluso adoptar o modificar un proyecto utilizado en la Diócesis de Davenport que invita a los católicos a tomar café y tener conversaciones sinodales con personas con énfasis en los marginados. Las dinámicas de grupos pequeños parecieron ser la mejor manera de invitar a las personas marginadas a participar durante la fase de consulta, por lo que este esfuerzo podría ser una excelente manera de incluir voces, poco a poco, a la conversación.

Servir a muchas culturas

El discernimiento sobre la demografía reflejada en la encuesta también puede ser fructífero. La abrumadora cantidad de jóvenes hispanos que participaron indica un aspecto en el que la Iglesia está prosperando. La demografía en el Congreso Eucarístico de este año reflejó una realidad similar. La Sesión en Español se llenó, mientras que la Sesión en Inglés atrajo menos personas que en años anteriores. Esto exige que se examine cómo apoyar a ambas comunidades, aprender de una y fortalecerla, y apoyar y volver a convertir a la otra en practicante.

Hacer énfasis en escuchar 

Una de las preguntas clave que surgió es, ¿cómo se puede escuchar de una manera concreta a largo plazo? ¿Cómo se puede plasmar en términos de estructuras? ¿Cómo puede la arquidiócesis colaborar con las parroquias para hacer esto, no de una manera que dicte una forma específica y rígida de proceder, sino de una manera que continúe preguntando cómo recorremos juntos este camino?

Escuchar es esencial para la misión de evangelización de la Iglesia. Hay una tensión entre muchos de los temas dolorosos mencionados en estas sesiones: personas que se sienten marginadas debido a su estilo de devoción, sus experiencias, comprensiones y expresiones relacionadas con la sexualidad y la identidad sexual, su idioma o antecedentes culturales o incluso creencias políticas. Personas que aún se sienten enojadas o dolidas por la pérdida de la comunidad debido al aislamiento causado por el COVID. Personas que se sienten heridas y enfadadas por el racismo y la injusticia. La lista continua. Estas tensiones no se resuelven fácilmente y se necesita práctica, discernimiento y una verdadera apertura al Espíritu Santo para que siga acompañándonos en el camino hacia el cielo.

Escuchar es clave para ayudar a determinar qué tarea es apropiada para cada persona. Mientras que muchos sienten que los obispos y sacerdotes no hacen lo suficiente para “arreglar” lo que ven como problemas en la Iglesia, otros sienten que los laicos deberían tener más control sobre la dirección de la Iglesia. Es solo a través de la escucha y el discernimiento que la comunidad puede determinar lo que cada persona puede y debe hacer para fortalecer la Iglesia a nivel parroquial, arquidiocesano y mundial.

March 22 Session for Deacons and Religious

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