Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión

“En el primer milenio “caminar juntos”, es decir, practicar la sinodalidad, fue el modo de proceder habitual de la Iglesia entendida como “un pueblo reunido en virtud de la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Documento preparatorio, 11). Cuando había desacuerdo y división en la Iglesia primitiva, los obispos se reunían para escuchar y discernir el camino a seguir. Estos fueron los primeros sínodos que se desarrollaron en todos los niveles de la Iglesia – local, provincial, universal. San Juan Crisóstomo dijo que «Iglesia y Sínodo son sinónimos» (Documento preparatorio, 11).

Así, la sinodalidad ha marcado a la Iglesia desde sus orígenes y se ha expresado de diversas maneras, como estilo de vida y misión de la Iglesia, como estructuras y procesos particulares, o a través de acontecimientos decisivos.

El Papa Francisco instó a la Iglesia a rejuvenecer sus raíces sinodales abriendo un proceso sinodal de dos años que espera reformule y renueve nuestro camino común hacia adelante. Ante todo, el Sínodo es un llamado a orar, escuchar y discernir juntos lo que el Espíritu Santo le está diciendo a la Iglesia hoy, todo por el bien de la misión evangelizadora de la Iglesia.

El siguiente pasao es el informe de la Arquidiócesis de Atlanta sobre el Sínodo local de 2022. Como leerá, este no es la última palabra. De hecho, hay innumerables oportunidades para promover el trabajo de escuchar al Espíritu Santo escuchándonos unos a otros en el contexto de la pregunta fundamental: En una Iglesia sinodal, que anuncia el Evangelio, todos “caminan juntos”: ¿cómo se realiza hoy este “caminar juntos” en la propia Iglesia particular? ¿Qué pasos nos invita a dar el Espíritu para crecer en nuestro “caminar juntos”?

Homilía del Arzobispo Hartmayer para la Misa de Apertura del Sínodo

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